Perfil:
Álvaro Azcárraga es miembro de la Xª promoción civil de IIAA (1963), máster en Ciencias Aeroespaciales por la Universidad de Princeton (EEUU) en 1964 y doctor en ingeniería por la UPM(1965). Fue ingeniero de Investigación y Estudios Avanzados del INTA, y director de los primeros lanzamientos de cohetes espaciales (1966-1971) de España, como jefe del campo de lanzamiento de El Arenosillo. Pasó a la empresa SENER en 1971 con la misión de hacerla una entidad de primer nivel en el campo aeroespacial, como ya lo era en ingeniería naval e industrial, bajo el mando directo de su CEO, el ingeniero aeronáutico José Manuel de Sendagorta. Con el objetivo cumplido al final de la década de 1980, Azcárraga fue nombrado miembro de los consejos de Administración de SENER Ingeniería y Sistemas y del grupo SENER hasta el año 2000.
En el transcurso de su vida profesional ha representado los intereses de SENER en las más relevantes agrupaciones patronales de España, y los de España en varias instituciones europeas, entre otras la Agencia Europea del Espacio, Arianespace y el Instituto de Política Espacial, así como patronales de la Aeronáutica.
Elegido presidente de la Federación Internacional de Astronáutica (1990- 1994), es el primer y único español en alcanzar este puesto. También es miembro de la Academia Internacional de Astronáutica, y recibió la medalla de oro de la Confederación de Asociaciones Aeronáuticas europeas de 2005, como el más distinguido IA europeo de ese año, y tiene la Cruz del Mérito Aeronáutico de España.
¿Qué destacarías de la profesión de ingeniero aeronáutico?
La profesión de IA ha cambiado poco, pero ahora tiene más palillos que tocar. Aparte de las evidentes atribuciones en estructuras y motores de aviones y cohetes, también tiene las correspondientes a los sistemas embarcados que pueden ser más importantes que la propia célula, y las de los aeropuertos y campos de lanzamiento de cohetes espaciales. Quizás la pregunta debiera ir también por la formación de las diversas especialidades, y por cómo compartir atribuciones con otras ingenierías necesarias para el desarrollo aeroespacial. Por tanto el mayor valor de un IA deberá ser su capacidad de trabajar.
De las cosas que me siento más orgulloso es de haber sido pionero en mi tierra, en el campo espacial, y de haber ayudado a nuestro primer presidente del Colegio de IIAA a que SENER fuera un actor reconocido en el mundo aeroespacial. El año que yo llegué, 1971, la facturación de la empresa era cero en el sector para acabar siendo de miles de millones de euros el año 2000, obviamente integrando la facturación de ITP. También, gracias a una buena salud, de haber estado activo como ingeniero aeronáutico 50 años, compartidos con las grandes figuras de la profesión nacionales e internacionales que me honraron con su amistad. Aparte de esto el alcanzar la presidencia de la IAF, y el reconocimiento por la CEAS, a todas luces inmerecido por la categoría de mis competidores, como ingeniero europeo del 2004, han colmado mis mayores ilusiones.
No olvido, por su significado, la concesión de la Cruz del Mérito Aeronáutico.